Es temprano en Polonia. Tito acomoda su ropa y relojea el teléfono. El dRummer se baña. La computadora tiene treinta por ciento de batería y yo apuro mi texto para este capítulo. Las horas que pasaron desde que dejé Berlín no me alcanzaron. Voy a poner este primer punto y aparte y sé que lo que viene (que aún sigue viniendo), no depara ninguna respuesta. Sigo como a los cinco años, sin saber dónde está Berlín.
Llegamos el 8 de junio en tren. Paramos en un hostel de diez euros la noche. Dormimos con polacos (Tito asegura que eran fontaneros). Usamos internet. Recorrimos Warschauer Strasse y comimos shawarma. Sacamos fotos a los grafittis en tendencia, fuimos a la East Side Gallery (la versión Pop Art del Muro), y subimos más de doscientos escalones hasta el Domo.
La ciudad es linda. Tiene una extraña buena onda que a mí, en lo particular, me perturba. Pero eso es tema mío. La verdad que se la ve bien a Berlín, hipster al taco, darky por momentos, naif y clásica, espontánea aunque europea… Una extraña mezcla de vanguardias y de tribus que dan como resultado un montón de identidades incompletas. Pero la hibridez es lógica. El siglo XX la dejó demasiado mutilada. El subsuelo donde se suicidó Hitler, por ejemplo, hoy no es nada, una colección de edificios soviéticos y algún que otro pasaje. Es extraño lo que sucede con el nazismo, después de ser lo que fue se convirtió en una especie de atractivo morboso para turistas: todo el que llega a Berlín lo hace, en parte, con la esperanza de horrorizarse. Además, por supuesto, imantado por la historia post guerra, por el famoso muro que no es más que un muro pero claro, es El Muro… el índice, ícono o símbolo que dice “acá estaba el este”, “acá el oeste”. Es gracioso, lo construyeron para marcar la diferencia, lo dejan para recordar que ya no hay tal diferencia…
Por la noche es otra historia. Jaime, un chileno instalado en Alemania, dice que Berlín es pura fiesta. Lo conocimos mientras correteaba a dos eslavas por la calle. Nos invitó a ir con él y fuimos. En el camino pasó una chica en bicicleta y nos invitó a bailar. Resultó ser Ana, una alemana de rastas a la que bautizamos, naturalmente, como la alemana de rastas. Unos minutos después aparecí bailando reggae en una caverna cubierta de humo. Tito, inmóvil, criticó mis pasos. No supe qué hacer, el desenfado liviano de los rastafari no me sale, no me es orgánico. El dRummer, por supuesto, en su salsa. No es su ritmo predilecto pero se adapta: cuando no encuentra la clave en las piernas lo resuelve con las caras, pone las expresiones que corresponderían al momento. Y Tito, inmóvil, a esa altura ya estaba dormido contra una columna.
A la salida, Jaime nos cuenta que unas cuadras más adentro (me figuro que su mano señala algún adentro), hay un barrio neonazi. Según él (que pega completamente con la fisionomía del sudaca exagerado), hay alemanes escondidos en autos a la espera de un extranjero para romperle un bate en la cabeza. Vive hace 22 años en Berlín y parece que sabe de lo que habla, pero no me termina de convencer. Su ojo chanfleado a la derecha, sus rulos estáticos y su amor desmedido por la fiesta me hacen dudar. Además, cada cinco frases asegura que la mejor manera de sobrevivir en Alemania es hacerle un hijo a una alemana…
Antes de despedirse, nos cuenta de los Lobos Gris, una liga clandestina de turcos poderosos que tienen el control de algunos barrios y evitan que aparezcan neonazis (hay una línea directa para convocarlos). Dominan el negocio gastronómico y emplean turcos por dos mangos a los que, en pocos años, les consiguen la ciudadanía alemana… Nada de otro mundo, sobre todo, nada menos de otro mundo que eso. Jaime lo sabe. Nos abraza y se aleja. Me quedo reflexionando. Voy a hacerle un hijo a una alemana.
Durante el día vamos a museos. Si bien hoy pareciera que el corazón de Berlín son las fiestas y el arte contemporáneo, la cantidad de eventos que la atravesaron en el pasado es innumerable. Hace veinte años era parte de la Unión Soviética, hace 60 era la capital del Tercer Reich, antes la del reino de Prusia, la del imperio Germano y la de la república de Weimar… ¿Y hoy? ¿Cómo se es algo habiendo sido tanto?… Dicen que, mientras París siempre será París, Berlín siempre estará convirtiéndose en Berlín, porque empieza constantemente desde cero. ¿Pero dónde es cero? Lo dicho: me fui de la ciudad como a los cinco años, pensando dónde está Berlín.
¿Y dónde está? ¿En los efluvios neonazis de sus barrios periféricos? ¿en la liga de la justicia turca? ¿O dónde? ¿En los Photo Automat a los que se entregan todos como adolescentes? ¿En la antigüedad de sus edificios imponentes o en la magia moderna de las restauraciones? ¿Dónde está? ¿En las bicicletas? ¿En las piedritas simpáticas que quedaron de la Gestapo? ¿En los transportes públicos sin control de tickets? ¿En los currywurst con pommes? ¿En la fachada hecha a nuevo de la universidad de Humboldt, donde hace siglos estudiaron Marx, Engels y Lenin, y hoy hay maquinitas expendedoras de Coca-Cola? ¿Dónde? ¿En la esperanza de Tito, que fue hasta ahí a buscar “el arte”? ¿O en el asombro de Gastón, que pasó más de veinte minutos mirando un azulejo de Babilonia? ¿Dónde sino? ¿Dónde está? ¿En estas líneas? ¿en los euros que dejamos? ¿en el subsuelo en que murió el monstruo? ¿o dónde?… Dónde es o dónde será. Dónde la clave para que Berlín deje de estar convirtiéndose en sí misma y sea, de una vez por todas, la ciudad que no hace falta restaurar.
Texto: Joaquín Sánchez Mariño
Video: Expreso a Oriente
Fotos: Gastón Bourdieu
Música: Toccata y Fuga en Re Menor, de Bach / Fumble, de Architecture in Helsinki
8 respuestas a Becoming Berlin
Excelente!
sigan con esto que esta muy bueno! Éxitos en lo que viene.
a son muy grosos uds! quiero mas! ja, saludos!
Cada dia escribis mejor!
Joaco, mis felicitaciones. Me cuesta un huevo que una nota así me atraiga desde el título hasta el último punto y me pareció increíble! Saludos y los sigo!
siempre eh querido visitar el muro de Berlin.
Excelente!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
holis..!!! hace mucho tiempo .. no viajaba desde casa .. con seres desconocidos…. ultimamente ustedes me trasportan… recuerden… !!!: ustedes viajan. esta realidad… yo voy … a su par…………beso
Excelente relato, de verdad me hacen viajar, Felicitaciones.